jueves, 16 de febrero de 2012

PARQUE GÜELL - Gaudí

El Parque Güell (Park Güell en su denominación original) es un gran jardín con elementos arquitectónicos situado en la parte superior de la ciudad de Barcelona (España), en la vertiente que mira al mar de la montaña del Carmelo, no muy lejos del Tibidabo. Pertenece al barrio de La Salud, en el distrito de Gracia. Ideado como urbanización, fue diseñado por el arquitecto Antoni Gaudí, máximo exponente del modernismo catalán, por encargo del empresario Eusebi Güell. Construido entre 1900 y 1914, fue inaugurado como parque público en 1922. En 1984 la Unesco incluyó al Parque Güell dentro del Lugar Patrimonio de la Humanidad «Obras de Antoni Gaudí». El Parque Güell es un reflejo de la plenitud artística de Gaudí: pertenece a su etapa naturalista (primera década del siglo XX), periodo en que el arquitecto perfecciona su estilo personal, inspirándose en las formas orgánicas de la naturaleza, poniendo en práctica toda una serie de nuevas soluciones estructurales originadas en sus profundos análisis de la geometría reglada. A ello añade el artista catalán una gran libertad creativa y una imaginativa creación ornamental: partiendo de cierto barroquismo sus obras adquieren gran riqueza estructural, de formas y volúmenes desprovistos de rigidez racionalista o de cualquier premisa clásica. En el Parque Güell desplegó Gaudí todo su genio arquitectónico, y puso en práctica muchas de sus innovadoras soluciones estructurales que serán emblemáticas de su estilo organicista y que culminarán en la Sagrada Familia. El parque fue concebido por Güell y Gaudí como un conjunto estructurado donde, dentro de un incomparable marco de belleza natural, se situarían unas viviendas de alto standing, con todos los adelantos tecnológicos de la época para procurar el máximo confort, con unos acabados de gran calidad artística. Asimismo, idearon un conjunto impregnado de un fuerte simbolismo, ya que procuraron sintetizar en los elementos comunes del parque muchos de los ideales tanto políticos como religiosos que compartían mecenas y arquitecto: así, serán perceptibles en el conjunto conceptos procedentes del catalanismo político –sobre todo en la escalinata de acceso, donde se representan los Países catalanes–, y de la religión católica –en el Monumento al Calvario, ideado en principio como capilla–. También es importante el elemento mitológico: según parece, Güell y Gaudí se inspiraron en el Templo de Apolo de Delfos para su concepción del parque.
Por otro lado, numerosos expertos han querido ver en el parque una serie de referencias de variado signo, debido a la compleja iconografía aplicada por Gaudí al conjunto del proyecto urbanístico, referencias que van desde la reivindicación política hasta la exaltación religiosa, pasando por la mitología, la historia o la filosofía. En concreto, muchos estudiosos pretenden ver referencias a la masonería, hecho poco probable debido a las profundas creencias religiosas tanto de Gaudí como del conde Güell, y en todo caso no probado por ningún indicio objetivo en toda la historiografía del arquitecto modernista. La multiplicidad de símbolos desarrollada en el Parque Güell es, como se ha dicho, de signo político y religioso, en todo caso con cierto carácter mistérico debido al gusto de la época por los enigmas y acertijos.
El parque debe su nombre a Eusebi Güell, rico empresario catalán miembro de una influyente familia burguesa de la ciudad condal. Hombre polifacético y de gran cultura, fue escritor, pintor, lingüista, químico y biólogo. Asimismo, militó en el catalanismo y fue diputado en las Cortes (1878). En 1910 fue nombrado conde por el rey Alfonso XIII. Amigo íntimo y mecenas de Gaudí, le encargó muchas de las obras efectuadas por el arquitecto modernista, sin interferir en sus decisiones artísticas. Para el conde Güell, Gaudí construyó, además del Parque Güell, el Palacio Güell, las Bodegas Güell, los Pabellones Güell y la cripta de la Colonia Güell.
El Parque Güell se formó por la unión de dos fincas, Can Muntaner de Dalt y Can Coll i Pujol,5 en la llamada "Montaña Pelada" (hoy día Turó del Carmel), adquiridas por Güell en 1899. El terreno había pertenecido al marqués de Marianao (alcalde de Barcelona en 1905-1906 y 1910-1911), promotor del Parque de Samà en Cambrils, obra de Josep Fontserè (1882), uno de los maestros de Gaudí; según los expertos, el Parque de Samà pudo servir de influencia para el arquitecto reusense. El conde Güell se instaló en una gran mansión situada en el recinto del parque antes de su urbanización, la Casa Larrard, que Gaudí reformó entre 1906 y 1922; actualmente es un colegio (CEIP Baldiri Reixac).
Fue el conde Güell quien proyectó convertir la falda de la montaña en una urbanización, encargo que encomendó a Gaudí, con el que mantenía una fructífera relación profesional desde 1878, fecha en que el empresario quedó impresionado con el talento del joven arquitecto al ver una obra suya (una vitrina realizada para la Guantería Comella) en la Exposición Universal de París de ese año. Junto con Gaudí trabajaron algunos de sus colaboradores más habituales, como Josep Maria Jujol, Francesc Berenguer, Joan Rubió y Llorenç Matamala. Las obras corrieron a cargo del contratista Josep Pardo i Casanovas.
Güell y Gaudí tenían en mente un proyecto al estilo de las ciudades-jardín inglesas (lo que queda manifiesto en la ortografía inicial Park Güell), siguiendo las teorías de Ebenezer Howard. El conde Güell tenía experiencia con la organización laboral inglesa, como se vio reflejado en su proyecto de ciudad obrera de la Colonia Güell, en Santa Coloma de Cervelló. Asimismo, Güell se inspiró para las zonas ajardinadas en el Jardín de la Fontaine de la ciudad de Nîmes, donde vivió en su juventud.
Sin embargo, pese al empeño puesto por ambos, el proyecto fue un fracaso comercial: estaba previsto construir una urbanización de gran categoría, con aproximadamente 60 viviendas diseminadas en un inmenso jardín, en las inmediaciones de la ciudad y con una vista panorámica sobre toda Barcelona. Pero el proyecto resultó poco atractivo para los barceloneses –que encontraron que la zona, entonces poco urbanizada, quedaba lejos del centro de Barcelona– y sólo se vendieron dos parcelas: una de ellas es la actual Casa-Museo Gaudí, donde vivió el arquitecto entre 1906-1925, obra de su colaborador Francesc Berenguer; y la otra la Casa Trias, propiedad del abogado Martí Trias i Domènech, amigo de Güell y Gaudí, obra del arquitecto Juli Batllevell (1906).
Hacia 1906 ya se empezó a ver que el proyecto no daría el fruto esperado; aún así, las obras siguieron en marcha para las zonas comunes de la urbanización, hasta 1914, en que fueron paralizadas tras el inicio de la Primera Guerra Mundial. Después de la muerte del conde Güell en 1918, sus herederos decidieron vender al Ayuntamiento de Barcelona el parque para convertirlo en público. La primera cuota de 500.000 pesetas la pagó el Ayuntamiento a la sociedad anónima creada por los herederos de Güell después del fallecimiento de Gaudí (1926), y ese mismo año se abrió el parque, que desde entonces es uno de los puntos neurálgicos de la ciudad de Barcelona, lugar de celebración de numerosos espectáculos y actos públicos y centro de gran interés turístico.
En 1969 el Parque Güell fue nombrado Monumento Histórico Artístico, y en 1984 la Unesco lo incluyó dentro del Lugar Patrimonio de la Humanidad «Obras de Antoni Gaudí». Entre 1987 y 1994 se hizo una restauración del parque, a cargo de Elies Torres i Tur y Josep Antoni Martínez i Lapeña, con la colaboración de Joan Bassegoda. Queda pendiente un proyecto de adecuación de la cara norte de la montaña –que no entró en el proyecto de Gaudí–, especialmente la zona de la fuente de San Salvador de Horta y del Castillo d'en Frey, mansión señorial construida en los años 1920 y derruida en los años 1960, del que sólo quedan vestigios de las murallas.
El parque tiene una extensión de 17,18 hectáreas (0,1718 kilómetros cuadrados). Se trata de un terreno devónico, formado por estratos de pizarra y caliza. En el diseño se pone claramente de manifiesto la mano de un arquitecto, y el estilo peculiar de Gaudí resulta evidente en cualquier elemento, por pequeño que sea. Existen formas onduladas, parecidas a los ríos de lava, y paseos cubiertos con columnas que tienen formas de árboles, estalactitas y formas geométricas. Muchas de las superficies están cubiertas con pedazos de cerámica o de vidrio a modo de mosaicos de colores, que recibe el nombre de trencadís. Por su localización al margen de la urbe y a una altitud elevada, este parque es un remanso de paz que contrasta con el ruido y frenesí de la capital catalana.
El acceso al parque presenta una estructura alegórica de gran simbolismo donde, dentro de los parámetros conceptuales que compartían Gaudí y el conde Güell, centrados en el catalanismo político y en la religión católica, se presenta la urbanización como una alegoría que representa lo más elevado del mundo terrenal y espiritual, con referencias tanto al avance de la industria y el desarrollo de la burguesía como a la cultura de tradición clásica grecorromana y, especialmente y por encima de todo, la presencia de la religión: el acceso al parque representa la entrada al Paraíso, al lugar utópico donde reina la calma y el bienestar.

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